
Isi Jiménez Cortés
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oct. 26, 2020
Cuando la obra de un autor te golpea en varias direcciones y te desorienta, puede ser bueno, malo o mágico. Es bueno que algo te provoque sentimientos porque significa que está vivo. Es malo si lo que provoca es involuntario y es mágico si lo que has experimentado lo seguirás sintiendo para el resto de la vida bajo ésta referencia.
Lars von Trier maltrata a la misma bondad en persona. Le hace creer en la vida para luego abandonarla. Le hace agarrar una Fe dañina como clavo ardiendo y le niega la penitencia que cura.
Es enfermizo el amor cuando lo que te rodea está tan podrido que el color desaparece. Cuando miras al horizonte y el arco iris es una escala de grises o cuando el atardecer mas bonito es como un calendario roto.
Es tan grande la responsabilidad del que ama como del amado. La crueldad del débil suele ser el combustible del fuerte. El temor a que llegue tan lejos te pregunta ¿Quién es el débil de los dos? La autocompasión pone la vista donde los ojos de amante nunca miraron. Un camino hacia la destrucción misma por salvar a lo que más se quiere.
Con envidia observas su amor. Con desdicha su soledad. La tristeza de su tragedia es tuya. La Fe en un mañana mejor es tu esperanza. La rebeldía de su amor se vuelve fea. La deshonra de sus actos es su deber como amante. La locura del entorno a contracorriente de su cordura invisible. Su destino es tu culpa por no ver a lo que ella estaba dispuesta. A amar hasta el final.