Un viaje en tren es un cuento por escribir. Y el andén, es el único punto de ese cuento donde todos los personajes todavía pueden ser cualquier cosa.

Aquí yace alguien que nunca entendió lo feliz que era cuando no sabía lo frágil que era su rutina.

La traición es un camino solo apto para algunos, la primera vez todos se creen incapaces de hacerlo. El traidor sabe que cada uno de sus pasos es una alerta para el resto.

La confianza es una gran obra que nunca veremos terminada, la tranquilidad de sentirse seguro confiando en un amigo vale cada hora invertida en el proceso, pero no hay que descuidarse.

Poco a poco todas las señales que no conducen a nada, acaban confluyendo en un mismo lugar. Qué extrañamente cotidiano es estar en el escenario de un crimen.

Un rumor es una idea interesada que alguien libera como una fiera, ni siquiera hace falta que sea cierto. Cuanta más confusión se siembra, más éxito se cosecha.

Dejamos que nuestra imagen hable por nosotros. Pero para sobrevivir en este juego, no hay que fiarse nunca de las apariencias, por muy buenas que sean.

Fieles y traidores ya solo se guían por el resplandor de la plata, pero la ambición es un arma de doble filo. Cuando la victoria está cerca siempre hay tiempo para una última traición.

Tras un bucólico viaje en tren, los 18 jugadores llegan al monasterio. Juanra Bonet designa a los traidores en una tensa mesa redonda y, con un simple gesto, siembra la desconfianza en el grupo para siempre. Para empezar a engrosar el botín de plata, los jugadores se enfrentan a una dura misión en tierra y agua en la que tienen que prender fuego a unos gigantes. En la misión también pueden ganar los escudos de inmunidad que protegen a los fieles del asesinato de los traidores, pero que, sin embargo, pueden traer graves consecuencias en el grupo.

Amanece en el monasterio y los jugadores bajan a desayunar, pero no están todos: falta el primer fiel asesinado por los traidores. Un golpe de realidad antes de enfrentarse, encadenados, a una segunda y peligrosa misión en la que se pondrán en el punto de mira de unos despiadados tiradores. Los fieles tienen la oportunidad de devolver el golpe del asesinato en la mesa redonda desterrando a uno de los traidores: ¿Lo conseguirán o errarán el tiro? Hay que atinar porque los traidores no descansan y, por la noche están dispuestos a cometer su segundo asesinato…

La nueva baja en el bando de los fieles deja muy tocado a alguno de sus compañeros, aunque en este juego todo gesto puede dar lugar a múltiples interpretaciones e incluso levantar sospechas. La nueva misión, en un lugar bajo alta vigilancia, es un reto no apto para todos donde los roces de todo tipo traerán problemas. De vuelta al monasterio, los jugadores se enfrentarán a la mesa redonda más...

El desayuno del cuarto día les tiene reservada una inquietante sorpresa tanto a fieles como a traidores, y la entrada de Juanra por la puerta será todo un shock. En el cuarto día de juego, para hacerse con la plata del botín deberán asistir a un macabro funeral de consecuencias inesperadas. Los miedos y la tensión les acechan: ¿acaso alguno de ellos podría terminar bajo tierra? Sin tiempo para recuperarse, los jugadores se ven las caras en otra mesa redonda que puede alterar el devenir del juego. En el cónclave, los traidores se enfrentarán a un dilema todavía mayor que el del asesinato.

La última baja en el desayuno es un golpe que ataca directamente al núcleo duro del bando de los fieles. Las enemistades que empezaban a apuntarse en el monasterio empiezan a acarrear problemas entre algunos jugadores, y los jugadores empiezan a estar cansados de la presión psicológica del juego. Pero no hay tiempo para llorar, porque deben ponerse en marcha hacia otra exigente misión que les removerá el corazón y la cabeza. Agotados después del reto, afrontan una nueva mesa redonda de la que, a algunos, les costará recuperarse. Fieles a su cita, los traidores cumplen con su objetivo.

Cada vez quedan menos jugadores. La presión psicológica y la exigencia estratégica empiezan a hacer mella en el ánimo de los jugadores. Sin embargo, tienen la oportunidad de tomar el aire en la nueva misión, que se desarrolla en un paraje de postal en el que podrían terminar sumergidos en agua helada. Allí les espera un recorrido inestable, un difícil dilema y un elemento inesperado: la daga, un arma de doble filo que podría tener consecuencias en la mesa redonda. Tras el toque de queda, el cónclave se enfrenta de nuevo a una comprometida decisión.

Tras los destierros y asesinatos sucedidos hasta el séptimo día de juego, en el desayuno todo el mundo se pregunta cuántos traidores quedan en el cónclave. La convivencia ha generado lazos estrechos, pero todos los jugadores tienen la misma creciente inquietud: cada vez quedan menos personas en las que confiar. Para dar un poco de desahogo, Juanra los invita a su fiesta de cumpleaños. En ella podrán hacerse con una importante cantidad de plata pero también se enfrentarán a un dilema. La última noche en el monasterio es muy especial: el fiel que sea asesinado se quedará a las puertas de la gran final.

El último desayuno en el monasterio desvela quienes son los finalistas de este juego, los que se enfrentarán a una emocionante jornada que puede llevarlos hasta la victoria. El reto es mayúsculo para todos: los fieles saben que si un traidor llega a la final, aunque solo sea uno, éste ganará el premio. La última misión es trepidante y les supone un desafío extraordinario: si logran superarla, podrían recuperar toda la plata perdida hasta el momento. El monasterio se oscurece para una mesa redonda de destierro, escucha los susurros de las últimas alianzas y en el juego final todos se preguntan si las personas en las que han confiado desde el principio están en el bando correcto. Fieles o traidores. ¿Quién ganará “Traitors España”?